Nombre del autor: Helga Weissová
Año de producción: 1939
Técnica artística: Dibujo
Helga Weissová recibió de su padre un consejo que jamás olvidaría: “Pinta lo que ves”. De esta manera, la niña Helga se encargó
de retratar la muerte que acechaba a cada uno de los habitantes de aquella prisión con las dimensiones de una ciudad.
La pequeña Helga desde su ciudad natal, Praga escribe en 1939. Apenas tiene diez años y en su diario comienza a anotar los
cambios que se producen en su vida de clase media judía checoeslovaca y lo que había vivido lo plasmo en dibujos y el diario que
llevaba.
No lo abandonaría desde entonces hasta 1945, año en que es trasladada desde el campo de concentración de Terezin a Auschwitz, y
de allí Mauthausen, donde sería liberada al final de la guerra junto a su madre. En medio dejaría amigos y parientes, todos pendientes
de los así llamados “transportes” que se los llevaban al “otro lado”, eufemismo con el que la mayoría se autoengañaba para no
pronunciar la verdad de lo que les esperaba: el gas. La propia Weiss pidió a su familiar que rescatara sus páginas del escondite emparedado donde las había escondido. No sería hasta
muchas décadas después cuando la autora se percataría del valor histórico y artístico de su producción, que había estado hasta
entonces guardada y expuesta parcialmente .
El Holocausto sigue siendo incomprensible, y cada libro no es más que una gota en un océano de incredulidad del que aún no hemos
conseguido vislumbrar la orilla. Y los testimonios tienen el valor que Helga define en una pregunta que anotó en su cuaderno: “¿Tiene
algo en común nuestra vida con la del resto del mundo?
¿Podremos continuar la vida con los que se quedaron fuera y avanzaron sin interrupción por su camino?”.
Que difícil situación vivió Helga...
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